viernes, 18 de marzo de 2011

En cuestión de un segundo...

Cuando conoces a alguien lo primero que haces es hablar con esa persona e intercambiar esas primeras impresiones que todo ser humano suele intercambiar.
Cuando ya has pasado esa fase previa, sigues viendo a esa persona, lo que conlleva a que de algún modo u otro sigues intercambiando opiniones de todo tipo.
Y de repente un día te das cuenta de que esa personita que crees conocer en realidad no es así, sino que dentro de ella guarda muchas más cosas que poca gente conoce y tú sientes una curiosidad inmensa por entrar dentro de esa cajita que tiene por corazón para saber lo que realmente esconde.
Poco a poco consigues ir entrando pero a la vez que lo haces vas cerrando a tu paso las puertas que vas abriendo, lo que conlleva a que te encuentras atrapada en eso que se suele denominar ``corazón ajeno´´. Cuando ya estás dentro de esa cajita ajena empiezas a investigar todo lo que tiene dentro y descubres un mundo realmente increíble, descubres algo maravilloso, algo que nunca antes habías visto y algo que realmente te gusta.
A medida que sigues viendo cosas te va gustando más, porque descubres que toda esa fachada que tiene esa personita es solamente eso, una fachada ante la gente para que nadie la juzgue sin saber cómo es en realidad y para que nadie le pueda hacer tanto daño.
Decides quedarte con un trocito de esa cajita, y es entonces cuando tu vida y la de esa persona comienza a tener algo más en común que una simple conversación acerca del tiempo.
Sales como puedes de dentro de ella pero dejando a tu paso un rastro de ti, para que ella también te pueda conocer, pero no mucho, pues lo que quieres es que ella también entre en tu pequeña y débil cajita y te deje un poquito de su rastro.
Ella accede, y es entonces cuando, en una milésima de segundo todo tu cuerpo empieza a generar miles y miles de sentimientos que se desprenden por todos los poros de tu piel. En ese momento todos tus sentidos adquieren aún más importancia y todo tu mundo de colores pálidos se convierte en un mundo de colores alegres. 
Esa milésima de segundo pasa a convertirse en un reboltijo de sensaciones y sentimientos que se manifiestan en pequeñas punzadas en el estómago cada vez que te acuerdas de ese alguien. 
Y finalmente este pequeño pero intenso recorrido pasa a ser la historia más bonita de amor jamás vivida. Los sentimientos más bonitos jamás expresados y las miradas más cómplices jamás vistas.

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