Navidad, esa fecha en la que la gente se vuelve buena, los niños vuelven a tener ese brillo en los ojos, los enamorados buscan alterados ese regalo [o regalos] que enamore más a sus parejas, los padres con niños se vuelven locos porque cualquier juguete que sus hijos han escrito en esa ``Carta a los reyes magos´´ es más caro que pagar una letra de su coche, los mayores, vuelven a ser felices como hacía mucho que no se sentían, las calles se llenan de gente dispuesta a comprar lo mejor para sus familiares y amigos. Canciones de tiempos lejanos, guirnaldas, velas, luces, árboles, muñecos, nieve, gorros, bufandas, guantes, regalos... de repente llenan las ciudades y pueblos. De repente todo es mejor, aunque sea por apenas 15 días, la gente se vuelve mejor.
Algunos, digamos que poco ilusionados con estas fechas, dicen que esto es cosa de comerciantes, que solo piensan en ganar dinero; puede ser, pero ¿quién no se alegra de ver feliz a su gente?.
Otros, como yo, pensamos que esto de la Navidad es algo tan genial que no podría dejar de existir nunca. La ilusión corre por nuestras venas, las luces de las calles nos abruman y nos hacen sentir esa magia que dicen que tienen estas fechas. Los escaparates llenos de regalos, las calles llenas de luces y buzones reales y no tan reales, lotería de navidad por todas partes, la ilusión de los más pequeños que se puede notar en cualquier rincón... Es algo tan maravilloso que no sabría muy bien cómo seguir describiéndolo.
Navidad, qué bonito nombre tienes.
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